Exposición
-> 1 sep – 30 sep
Arte Expuesto presenta The Demiurge: Time in Space, obra de Marcela Gottardo que podrá verse en los panorámicos de la ciudad como parte de la ruta expositiva del mes.
La obra surgió mientras meditaba sobre las diversas maneras en que la mano ha sido representada en la cultura humana a lo largo de la historia, desde las impresiones negativas de manos encontradas en las cuevas paleolíticas hasta los mudras del Buda en India, los gestos de manos y las posturas de los dedos, el fresco de Miguel Ángel Buonarroti "La Creación de Adán" en la Capilla Sixtina, el compás de mano de William Blake, y la mano impresa de Marcel Duchamp.
Una antigua huella de una mano en una cueva apunta a su resistencia a la destrucción del tiempo, pero también nos dice que nosotros somos tiempo.
Podemos pensar en el tiempo como un espacio externo, el tiempo que toma de un punto a otro, o que los fenómenos constituyen el tiempo, y también podemos pensar en el tiempo como una conciencia interna, el horizonte del ser mismo.
En mi exposición anterior para Arte Expuesto, Fragmento-Totalidad, 2023, también utilicé la impresión negativa de mi mano como tema.
Desde mi perspectiva, el tema de la mano en el arte esencialmente señala las diferentes maneras en que los seres humanos han representado históricamente la génesis, lo divino, a través de mitos e historias.
Coloqué mi mano izquierda contra la esquina de mi estudio y tomé una foto. Imprimí la fotografía y la dejé reposar en el suelo de mi habitación durante varios días, observando cómo la luz del sol creaba sombras desde la ventana. Decidí añadir las esferas que había hecho en arcilla sobre la imagen.
Las esferas no estaban destinadas a ser perfectas; son más o menos del tamaño de la mano y conservan el proceso de su creación. Son representaciones de una forma ideal, como postula Platón. Los colores fueron elegidos intencionalmente para representar los cuatro elementos psico-físicos que constituyen nuestra totalidad como seres, según textos místicos y el psicoanálisis contemporáneo: el agua es verde y representa la mente, el fuego es rojo y representa el espíritu, el aire es azul y representa el alma, y la tierra es marrón y representa el cuerpo.
El gesto de la mano representa un acto consciente.
Una vez que la imagen de la mano fue impresa, se volvió objetiva y estableció el escenario para las esferas. La luz natural del sol creó formas de sombras perpendiculares y oblicuas, activando todos los elementos de la obra, apareciendo como formas y desapareciendo como materia, revelando su esencia en forma pura. El formalismo, según lo veo, es la esencia de la forma en la materia, o la calidad estructural fundamental de la materia, que es su representación.
Este aparecer y desaparecer de la forma y la materia es inmediato, no hay un antes y un después, y no puede considerarse como una cosa transformándose en otra, sino como eventos que ocurren.
La obra no es un objeto, no puede levantarse o moverse, depende de las circunstancias naturales de la luz, y es inestable. Solo existe como una tercera y cuarta imagen, un registro de acciones y huellas realizadas en un determinado tiempo y espacio. La imagen vertical se convierte en un objeto horizontal solo para volver a convertirse en una imagen vertical, conteniendo todos los procesos de transición que crean un sentido interior de gravedad o tiempo.
El Demiurgo, una figura tanto filosófica como mitológica, es un ser divino dotado de capacidad generativa, descrito por primera vez por Platón en el Timeo.
Creador y padre del universo, el Demiurgo es, en el mito platónico, una fuerza ordenadora, imitadora y modeladora, que vivifica la materia, dándole forma, orden y, sobre todo, un Anima Mundi.
A nivel filosófico, el Demiurgo corresponde a la necesidad de introducir un principio unitario capaz de justificar y superar el rígido dualismo teorizado por Platón entre el mundo de las ideas y la realidad sensible. Este artesano divino representa, por lo tanto, el mediador entre la dimensión inteligible y la materia, un dualismo que de otro modo sería inseparable. El Demiurgo es, de hecho, la inteligencia que diseña el mundo, observando las ideas como modelo y utilizando la materia (o chora) como herramienta.
Las ideas platónicas son eternas, necesarias y preceden cualquier origen temporal. Son el objeto de la verdadera intelección como "forma pura". Por lo tanto, están exentas de generación y corrupción, a diferencia del mundo sensible que, por el contrario, es generado y corruptible. El mundo sensible, sujeto al devenir y generado, debe necesariamente descender de un principio, ya que no hay generación sin causa. El Demiurgo, estando inextricablemente ligado a la idea de Bien, no puede sino crear el mejor de todos los mundos posibles.
Aunque tiene las ideas hiperanímicas como modelos eternos, el Demiurgo está vinculado a la "minoría ontológica" del mundo sensible. Por lo tanto, el Demiurgo no crea ex nihilo (de la nada), sino que se ve obligado a operar transmitiendo la forma ideal a una materia preexistente.
Esta obra de arte me recuerda que las acciones artísticas son acciones demiúrgicas, divinas o conscientes. En este momento, el alma se da cuenta de que el Kosmos ya es perfecto y, en este límite, se encuentra libre para jugar y es consciente de sí misma.
La conciencia no es sinónimo de racionalidad como podríamos pensar; es todo, porque solo existe el todo, pero las acciones conscientes son sinónimo de ética. Y la ética no es un código de reglas que podamos encontrar en el mundo; es algo mucho más impersonal que eso.
Elegí esta pieza para Arte Expuesto con el fin de crear un espacio de contemplación en la rutina diaria de la ciudad. Nos hemos acostumbrado tanto a las distracciones, al activismo y a la propaganda gubernamental. Alimentados por imágenes exteriores, estamos perdiendo la capacidad de crear imágenes internas, olvidando nuestra esencia.
— Marcela Gottardo
https://www.youtube.com/watch?v=6GibSheW_E4